Hace un tiempo venimos contando cómo el vino peruano toma cada vez mayor reconocimiento e impulso. Desde premios nacionales en ferias como el Expovino y el Salón del Vino Peruano, pasando por los internacionales como Decanter, Tasting Panel Magazine, Mundus Vini, entre otros.
Uno muy importante fue haber sido catados por Patricio Tapia, periodista de vinos y autor de la reconocida guía de vinos Descorchados, y por James Suckling, considerado por la revista Times como “uno de los críticos de vinos con mayor influencia en el mundo”, quien por primera vez le dio una oportunidad a los vinos de Intipalka y por defecto al vino peruano. Es aquí donde vemos que incluso expertos internacionales ven a nuestros vinos como productos con gran potencial.
Intipalka es una línea de vinos que, si bien nace el 2009 con la cosecha 2008, parte de un deseo de la familia Queirolo de hacer el mejor vino peruano, un vino de calidad internacional que hable del terroir peruano. Con ese objetivo, se renuevan los viñedos íntegramente, se traen vides de Francia y se re-implementa la planta de elaboración con tecnología de punta. Se aplican tecnologías agrícolas y procesos que los principales países vitivinícolas llevan años trabajando. Fue y es un gran punto de partida. Tienen todas las herramientas para empezar a obtener uva de calidad y convertirla en un buen vino. Pero ¿cómo convierten el caldo en un vino excepcional? La respuesta es simple: Con tiempo.
Tiempo para darle al vino en las barricas y para aprender del viñedo. Año a año, la vid nos va contando dónde y cómo le gusta crecer. El “dónde” implica ubicar los espacios favoritos de la vid para desarrollarse, aquellas parcelas se van marcando y estudiando para poder entender mejor qué las hace tan especiales. El “cómo” es qué puede hacer el equipo enológico para mejorar el desarrollo de la vid, desde las técnicas de poda que se puedan aplicar, hasta el riego por goteo que les permita darle la cantidad de agua y nutrientes necesarios para que la planta se desarrolle.
Durante años, Intipalka fue aprendiendo y realizando ensayos, que muchas veces solo fueron reservados solo para la familia Queirolo, quienes, junto al equipo enológico, probaban estos pequeños “experimentos” a modo de muestra de lo que se podía lograr con algunas parcelas seleccionadas. Fue así como llegaron a la parcela 4, una parcela de Malbec que para los que han visitado el Hotel Viñas Queirolo pueden haberla visto al entrar a los viñedos que rodean el Hotel. De acá se obtuvo un Malbec con características muy particulares, el cual maduró en barricas de segundo uso por 12 meses. Se obtuvo un vino de color bastante vivo, de gran cuerpo y elegancia. Se encontró mucha fruta acompañada de delicadas notas de madera. Un vino que sorprendió a cada persona que la familia invitó a probarlo. Para suerte de todos, deciden destinar toda la parcela a la producción del vino, que si bien, sigue siendo limitada, le dio la oportunidad de escuchar al viñedo hablarnos del terroir peruano.
Estamos, entonces, ante un vino que, si bien es “nuevo”, tiene la madurez para estar a la altura de algunos otros conocidos y que tienen más tiempo en el mercado; si bien el futuro de este vino es incierto, al ser una edición especial, la parcela 4 tiene mucho para contar. Veamos qué nos depara el tiempo, nuestro gran aliado.
