Antes de visitar el restaurante Limaná, pensé en el reto que significaría. Un aficionado confeso de las carnes llegando a un lugar donde no se ofrece res, cerdo ni pollo. Adelantando opinión, fue una experiencia distinta. Para alguien que disfruta no solo de la comida, sino de entender el mundo de la gastronomía, Limaná nos deja muchos aprendizajes. Por cierto, felicidades por su cuarto aniversario.
Por Carlos Namisato @cnamisato
Antes de pasar a comentarlos, me gustaría resaltar que, a finales del 2022, Limaná decidió aplicar a la certificación internacional más reconocida en gastronomía sostenible: la Sustainable Restaurant Association. Luego de una larga evaluación obtuvo las tres estrellas de Food Made Good, la calificación más alta que ellos otorgan. Así se convierte en el primer restaurante peruano y sudamericano en obtener esta certificación.
Ana Belaúnde, es la mente creativa detrás de Limaná, ella desde hace muchos años tomó la decisión de cambiar su estilo de alimentación para llevar una vida más saludable. Su curiosidad gastronómica la llevó a tomar cursos de cocina y hasta de nutrición.
Aprendizajes…
- En Limaná conocen perfectamente dónde, cómo y quién hizo cada insumo. Esto asegura cumplir promesas como la de platos sin rastros de gluten o sin lactosa. Al mismo tiempo exige metodología y disciplina (registros, fichas técnicas, seguimiento de proveedores). Declaran un conocimiento profundo de cada ingrediente, que se traduce en un respeto absoluto por el producto y por sus proveedores.
- Cuando llego a un restaurante, lo primero que intento percibir es su ambiente, y en Limaná se percibe una vibra muy especial. Es la filosofía que despliega Ana a su equipo. Eso se impregna en la atmósfera. Personas jóvenes, atentas y entregadas a sus clientes.
- Se sintió una familiaridad, a pesar de que era la primera vez que los visitaba. Me encantó conocer detalles de gestión, como por ejemplo la capacitación que reciben sus colaboradores como clases de inglés, también de yoga. Dice muy bien de esa intención de llegar al mercado de turistas extranjeros y de ese carácter “zen” del restaurante.
- Un árbol frondoso en medio del restaurante con detalles de palomas de cartón que llevan pegadas fotos de niños sonrientes colgando de sus ramas (iniciativa social del restaurante para apoyar niños de escasos recursos en provincias). Algunas mesas alrededor del árbol. Dos ambientes de salón semiabiertos, una cafetería y un bar como puesto en vitrina. Cocina a la vista, obvio. Todo integrado en espacios contiguos. Llama la atención una sobriedad cargada de buen gusto. Mención aparte para un espacio privado para 10 o 12 personas. Hay espacio suficiente para generar un espacio calmado, en un entorno muy bien iluminado.
- Tuvimos la oportunidad de probar media docena de platos. Incluimos un par de platos de pesca artesanal (carpaccio de corvina y un tataki de atún) para aclarar que lo sostenible no es sinónimo de vegano. Muy equilibrados.
Pasamos por un ceviche de coco, super fresco y ligero, en una presentación que se asemeja a la chonta. Complementamos las entradas con una ensalada del huerto, con toques de vainilla que fueron el factor de sorpresa. También nos vimos con un contundente arroz meloso de vegetales, lleno de sabor. Y cerramos con un postre de frambuesas y helado de oca, muy bien logrado.
Los retos para Limaná
Nos encantó el ambiente de la cafetería, donde creemos que hay potencial para convertirse en un espacio de visita frecuente para una tarde de tranquilidad y buena conversación. Cuestión de seguir fortaleciendo esa carta saludable (cacao, postres sin gluten) complementada con los orígenes de su café.
Por otro lado, el contar una carta de mocktails (sin alcohol) es un desafío por ser un concepto poco introducido en Lima. El objetivo sería promoverlos más, quizás en el brunch o como aperitivo a la hora de almuerzo.
Finalmente, definimos a Limaná como un restaurante de destino, un lugar a donde ir para salir de lo habitual, o para que los carnívoros, como yo, nos desconectemos. Es una buena alternativa saludable para un almuerzo de trabajo frente a los restaurantes de culto habituales.
Nos llevamos la impresión de lo que significa un negocio que es consecuente con su concepto, sólido con su filosofía; donde cada detalle tiene una respuesta pensada que guarda relación con la sostenibilidad y un estilo de vida.
