Por Vanessa Rolfini @rutasgolosas
“Los vinos no nacen en los viñedos solamente, comienzan con la familia, con la tierra que los vio nacer”, afirma el vitivinicultor y maestro destilador de pisco Alberto Di Laura. Esta frase parece acuñada a medida para la familia Moquillaza Robatty, propietaria de Finca 314 ubicada en Ica, cuya historia está narrada por un linaje de cinco generaciones destilando pisco y su entrada al mundo comercial es de data relativamente reciente. Su nombre comenzó a sonar con fuerza en 2021, cuando su vino seco “Anclajes” cosecha 2019 elaborado de uva Albilla, se alzó con una presea dorada en el concurso internacional Virtus en Portugal.
El vino ganador llamó la atención por diversos motivos, entre ellos que fue una de las dos etiquetas de vino blanquirojas premiadas en dicho concurso; pero por otra parte, enalteció la Albilla, uva patrimonial peruana destinada tradicionalmente para el pisco. Además exhibe un peculiar color ambar oscuro, casi naranja, que en la escala cromática tradicional de los blancos indicaría oxidación, pero no, el vino es así. Se trata de un peculiar registro que en boca resulta fresco, con la estructura, tanto que el especialista Patricio Tapia en la guía Descorchados lo calificó como “extremo” y añadió, “seco, austero, un blanco (si es que se puede llamar blanco) de textura como de tinto”, y lo calificó con 92 puntos. Eso se llama entrar con paso firme y fuerte al mundo vitivinícola.
Anclajes es parte de la línea de siete vinos monovarietales elaborados con vides patrimoniales, que forman parte de un portafolio también compuesto por destilados, cuyas etiquetas rinden homenaje al legado familiar: los piscos Etelvina, Don Reinaldo y 1959, la mistela Rosa Victoria, licores de fruta y hasta experimentos donde se cuelan “vinos” de otras frutas como mango.
Tracción femenina
La historia, alma, corazón y motor de la Finca 314 es la energía femenina, el trabajo de Carmen Robatty y sus hijas Claudia, Fátima y Gabriela, quienes están involucrada en todos procesos y proyectos pasados, presentes y futuros. Nada escapa de su campo de visión, la tierra, la bodega, el laboratorio, el salón de cata, la relación con los vecinos, todo.
Carmen narra con emoción cuando, sin pensarlo dos veces, comenzó el proceso de compra de la pequeña bodega familiar, que por asuntos de sucesión estaba a la venta. Paulatinamente le sumaron la compra de una viña y luego la propiedad vecina. Parecía que el terroir no era el mejor para las uvas, pero consultó a Ramón, destilador de la familia por generaciones, quien le dijo con convicción que era el lugar apropiado. No se equivocó.
Actualmente, la viña o finca está inventariada al detalle, parcelada con cuidado y precisión, donde crecen bajo el cielo luminoso siete uvas patrimoniales: Quebranta, Albilla, Negra Criolla, Italia, Mollar, Torotel y Moscatel.
Poesía destilada gota a gota
“Y ahí en la pisquera
donde escribieran las abuelas
será la dulce espera
de la llegada del hijo anhelado”
Carmen Robatti
Lo que hoy se conoce como Finca 314 era la antigua bodega familiar, donde la tatarabuela Etelvina destiló pisco y luego su hija Julia Francisca y de dónde provenía el espirituoso que disfrutaban los Moquillaza. De la infraestructura original solo se conservan pocos espacios, todo ha cambiado mucho, se ha sumado tecnología, procesos de calidad y sala de cata, y aún en proceso de construcción espacios de esparcimiento, un bar, una cava y hasta unos búngalos con piscina, y una parcela verde acondicionada para eventos, rodeada de viñedos de Quebranta y árboles de mango y pecanas.
Como si de un cuerpo femenino se tratara, el alambique es el útero y eje del espacio, el serpentín es enfríado con un sistema que emula la lluvia y como si se tratase de un rincón secreto, casi sagrado, llamado la “pisquera”, donde lentamente mana el agua-ardiente, rodeado de fotos de las mujeres que con tanto celo han mantenido la tradición, también hay una mecedora, una pared con los trazos originales hechos de puño y letra por las antecesoras. Un lugar donde en equilibrio conviven la tradición y tecnología.
Carmen afirma que todo el sistema de elaboración del pisco ha sido diseñado por Etelvina, que ella y sus hijas, con apoyo técnico propicio solo lo han adaptado al crecimiento y a los nuevos tiempos.
En familia se destila el futuro
Claudia Moquillaza narra los nuevos planes, que incluyen además de mantener la tradición, nuevos productos al portafolio y la comercialización, además de culminar con las obras para integrar el enoturismo a las labores que ya realizan.
Escribir sobre la totalidad de este proyecto requiere mucho más espacio que el disponible en esta oportunidad, de la Finca 314 se puede hablar de los piscos, los vinos, la tradición, herencia, energía femenina, tecnología y futuro, palabras que juntas o por separado definen el patrimonio familiar.