Por Vanessa Rolfini @rutasgolosas
Parcela a parcela, hilera a hilera, racimo a racimo, así ha sido el diálogo del enólogo argentino Luis Gómez con el terroir del vino peruano, quien al frente de Viñas Queirolo y en menos de tres años, comienza a mostrar los cambios.
“No busquen un Malbec mendocino en uno de Ica. Hemos logrado una expresión muy distinta en Perú”, aclara enfáticamente Luis Gómez, quien ahora está al frente del equipo de enólogos de Viña Queirolo, y llegó a Perú en 2018 con una misión muy clara: elevar la calidad de los vinos peruanos a la categoría de alta gama. Desde un primer momento, se dedicó a estudiar el terroir, analizó la viña, lo que estaba plantado e identificó su potencial.
Dentro de las líneas de vinos varietales Intipalka, ha introducido cambios desde que pisó nuestro país. Como bien expresa, “el origen del trabajo está en la viña”, y aunque su primer año continuó lo que ya se había comenzado, en 2019 modificó las cosas en el campo y en la bodega, resultados se han podido apreciar en las botellas de la añada 2020. Al respecto, es enfático al aclarar que es necesario esperar un año para constatar los resultados de cualquier modificación o innovación que se haga en los vinos.
Malbec y Sauvignon Blanc son el comienzo
“El Malbec en Perú tiene características únicas. Las cepas que encontré al llegar a Viña Queirolo las plantaron en 2004 y las trajeron desde Francia, donde además escogieron las del Grupo Mercier que son de calidad extraordinaria”, explica Gómez, quien cuenta que anteriormente no se hacían vinificaciones por separado, en referencia al hecho que identificó diferencias significativas en la viña. “Ahora seleccionamos cada parcela. Dentro de cada parcela cada hilera. Dentro de cada hilera cada racimo. Porque cosechamos manualmente en cestas de 5 kilogramos”, además agrega que en los equipos que encontró estaba todo lo que necesitaba e introdujo algunos cambios, como tecnología de punta como la utilizada en Francia en las mejores bodegas, y citó el caso de la despalilladora que evita que se rompa la piel de la uva antes del prensado.
En 2020, aumentaron la superficie de Malbec plantado y pasaron de 19 a 40 hectáreas en el Valle de Ica, para lo que introdujeron una variedad traída desde el sector Altamira, en Valle de Uco, Argentina, conocida por la calidad de los vinos de alta gama procedentes de la zona. Gómez, además, ha introducido algunas prácticas agrícolas que permiten obtener mejores resultados de las vides, más allá que se han adaptado perfectamente a las condiciones del suelo y clima de la región.
El enólogo asegura que desde la primera vendimia los resultados han sido buenos, por los que hay motivos para esperar grandes vinos en los próximos años, cuando el viñedo comience a dar lo mejor de sí.
En el caso del Malbec 2020 se trata de un vino fresco, no es una avalancha de fruta como el varietal argentino, sino que al registro frutal se le suma un toque especiado, como a pimienta, lo cual le da una tipicidad única. Por otra parte, para el añejamiento utilizan barricas de roble francés, luego un añejamiento en botellas que sumados alcanzan el año.
Para las próximas añadas, se siguen introduciendo cambios que según palabras del mismo enólogo toman tiempo, y pone como ejemplo que para que las grandes bodegas argentinas entendieran cómo obtener la mejor expresión del Malbec, ha requerido más de dos décadas y aquí en Perú en tres años ya hay cambios significativos.
Blancos de altura
En el caso de los vinos blancos, Gómez ha hecho un trabajo similar en con el Malbec y el resto de las cepas que tiene Viñas Queirolo como son Merlot, Petit Verdot y las blancas Chardonnay y Sauvignon Blanc, y deja entrever que están experimentando con Pinot Noir en Cañete, zona que además concentra mucho de su entusiasmo.
En el caso del Sauvignon Blanc, casi tres cuartos de sus uvas proceden del Valle de Ica, pero el resto de Cañete, donde según palabras del enólogo le da a la uva rasgos únicos que han dado como resultado vinos frescos, con registros aromáticos altos y complejidad en boca. Lo cierto, es que Gómez desde que está en Perú explora, sueña, apuesta, experimenta, asienta, mejora, dialoga con la tierra y sus frutos, en una relación que apenas comienza y que busca subirle el volumen a la calidad de los vinos peruanos secos, y recuperar la preferencia del consumidor local.