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GASTRONOMÍA

Don Bosco, mi historia

plato Don Bosco
plato Don Bosco

A propósito de estar celebrando el aniversario de Lima, desde esta tribuna nos toca homenajear a nuestra comida criolla. Mi restaurante emblemático, el que me acompañó durante casi toda mi vida, es Don Bosco. Un lugar con más de 50 años de tradición situado en el corazón de Jesús María.

Por Carlos Namisato @cnamisato

 

En un inicio estuvo frente al Mercado de Jesús María, en un local pequeño visitado varias veces por Gaston Acurio a inicios de los 2000. A partir de ahí, se convirtió en uno de los grandes referentes de restaurantes de barrio con categoría. Se mudó, después, unas cuadras más atrás, a la avenida Cuba para poder recibir más comensales, ahí llevan más de 12 años.

Confieso que le he dado varias veces la vuelta a esa carta. Y lo digo con orgullo, pues no es normal ver una oferta tan variada de guisos criollos, salteados, filetes, sopas y entradas. Hubo meses donde llegué a visitarlos hasta cinco veces por semana, con entrada, segundo y postre incluidos en cada inmersión. 

Un emblema como Don Bosco ha sabido mantenerse en el tiempo por 3 motivos, acá se los cuento.

1. Encontramos platos que no se deben perder en el tiempo

Podemos encontrar todos aquellos guisos que recordamos de casa. Una chanfainita, patita con maní, cau cau, carapulcra. Incluso tienen con la opción de pedir guisos combinados o en porciones pequeñas. Como para nunca quedarse con el antojo.

Situación similar sucede con los platos de olla como el ají de gallina, seco, arroz con pollo o el olluquito. 

Los salteados son lo más demandados. Sea en un lomo saltado clásico o en tallarin, siempre conservan ese ahumado que tanto nos gusta; es un sello impecable.

Entran los filetes de carne, pollo o pescado en todas sus versiones. A la plancha, apanados o en milanesa. Para sumarle un tacu tacu, ensalada, arroz o papas.

Mención especial al higado, encebollado o saltado, ¡que sigan vivos por siempre en Don Bosco!

 

2. La contundencia como garantía 

Cualquier plato que pidas en Don Bosco viene bien servido. Considera que un plato es como una pequeña fuente. Ideal para compartir. Todos salen con el tanque lleno y el corazón contento. 

Se ve desde las entradas: una papa rellena más grande que un puño o una causa de pollo bien casera.

Los platos de fondo son todos muy generosos, sobretodo si vienen acompañados de un tacu tacu o una gran sábana.

 

3. Todo es posible, nada se complica. Ponlos a prueba.

Un restaurante que funciona. Atiende bien, atiende rápido. Casi todas las combinaciones imaginables están en la carta. Y si no, pídelo igual. Un lomo saltado con 3 huevos fritos. Un chaufa que acompañe una milanesa o un hígado encebollado. Que te sirvan un poco de jugo de asado o de seco a tu tacu tacu.

Si no eres un comensal frecuente y necesitas probarlo todo, intenta con un combinado de guisos.

También cambiaron los tiempos, en Don Bosco se supieron adaptar. Hace años todo era lenguado, hoy se usan pescados de temporada. Así tiene que ser.

Aunque a decir verdad, también hay platos que se extrañan. Como la ensalada de mariscos (con pulpo, calamares y ese toque de aceite de oliva) o los souffles de postres (fresa, durazno, guanábana) tan grandes como ligeros, eran complementos ideales que ojalá vuelvan algún día.

 

Bonus:

Amabilidad, consistencia y constancia

Sobre el ambiente, me encantaba ver siempre esa tabla expuesta, llena de guisos. Aún la tienen, pero podrían mostrarla más, todo siempre entra por los ojos. Al igual que exhibir las causas y entradas que se veían apenas entrando al local, hoy solo se aprecian los postres. Ojalá y se animen a probar estas sugerencias.

Un punto más a favor es la amabilidad del personal. Desde ver durante tantos años a Juan (Juancho o Juancito), con más de 40 años al servicio con una gran sonrisa, hasta conocer los nuevos integrantes de servicio. Se crea un espacio de buena onda, cálido, con atención cordial y rápida.

Cuando pienso en Don Bosco, reflexiono sobre grandes aprendizajes. El más importante es que la consistencia y la constancia siempre estarán por encima de la creatividad. Y que su invariable calidad pase de generación a generación. Que vengan los siguientes 50 años de vida para Don Bosco.

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