¿Qué es lo primero que se les viene a la mente cuando piensan en Malbec? Lo más probable es que sea Argentina. Pero también Catena Zapata. Una de las bodegas pioneras de la Malbec moderno, encargada de poner en valor esta variedad histórica a lo largo de los años, a través de constantes investigaciones de las diferentes regiones vitivinícolas argentinas, de sus suelos y climas, en busca del mejor terruño para la Malbec y hacerlos al nivel de los Premier Cru franceses.
Nadie es profeta en su tierra. Eso podemos decir de la Malbec, cuyo origen es el Viejo Mundo, para ser más específicos, Cahors, Francia, pero que encontró su lugar en el Nuevo Mundo (especialmente en Argentina) para convertirse en emblema de un país.
Durante el siglo XVIII y XIX era una de las cuatro uvas de la mezcla bordelesa (Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc), sin embargo, cada vez se utilizada menos y no fue hasta inicios del siglo XIX que una peste llamada filoxera arrasó con gran parte de los viñedos europeos y dejó de utilizarse por completo.
Llegada a Argentina y su vínculo con Catena Zapata
Durante 1850 los inmigrantes europeos empiezan a plantar viñedos, observando que la Malbec se adaptaba perfectamente al clima soleado y seco de Argentina, sobre todo en la región de Mendoza, pero no es hasta 1853 cuando el presidente Domingo Faustino Sarmiento pide al agrónomo francés Michel Aimé Pouget, que traiga plantas europeas para repoblar Mendoza y entre ellas llegó la histórica Malbec.
Una de las bodegas que más ha trabajado por el resurgimiento de esta variedad es Catena Zapata. A través de su historia se ve la huella del Malbec. Todo comenzó cuando Nicola, abuelo de Nicolás Catena Zapata, fundador de la bodega, salió de su Italia natal en 1898. Sus ansias de encontrar un lugar ideal para establecerse hicieron que en 1902 encontrara “la tierra prometida” a los pies de los Andes, en Mendoza, donde hay un clima soleado y seco; ideal para la maduración óptima de la Malbec.
Hitos
En 1984, Nicolás Catena se desafía a elaborar vinos mendocinos que puedan estar a la altura de los mejores del mundo. Años más tarde, busca un clima más fresco y se atreve a hacer vino en Gualtallary, a 5000 pies de altura, en el Viñedo Adrianna, donde nunca se habían plantado vides, para obtener vinos de clima más frío, como los más prestigiosos vinos de Borgoña o Burdeos. La combinación de condiciones climáticas singulares, plantas cuidadosamente cuidadas y gran diversidad de suelos hacen que este viñedo sea único.
En 1995 Laura Catena, tercera generación de la familia, junto con el recién creado Catena Institute of Wine, logró caracterizar genética y fenotípicamente más de 130 selecciones de Malbec individuales en el viñedo La Pirámide, las plantas fueron seleccionadas de las hileras históricas del Lote 18 del Viñedo Angélica, plantado alrededor de 1930.
Después de unos años, se pudo cosechar y vinificar las uvas de las plantas de mejor desempeño, aquellas con racimos y bayas más pequeños, menores rendimientos y un equilibrio ideal entre taninos, textura, aromáticos y acidez natural. Luego se plantaron solo las mejores selecciones en los viñedos de gran altitud de la familia en Mendoza. También hay una réplica completa de la selección original en el viñedo Adrianna.
Hoy cuentan con ejemplares únicos, a la altura de los mejores vinos del mundo, mucho más sutiles, complejos y balanceados. Vinos sutiles y estructurados, que cambiaron la visión que el mundo tiene sobre la famosa cepa argentina.
“La Malbec es una uva inmigrante que se ha perdido en el Viejo Mundo a pesar de ser la uva de mayor renombre en la Europa medieval. Si piensas en las otras uvas principales del mundo, como Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Syrah, siguen siendo muy importantes en el mundo. La Malbec estaba prácticamente abandonado. Es una gran historia desde el punto de vista histórico. Dado que es la principal variedad de nuestro país tenemos que hacer todo lo posible para elevarla, que la gente entienda que sí tiene sofisticación en términos de tener diferentes sabores en diferentes climas, suelos y regiones“, Laura Catena.
Redacción Sommelier