Yakumanka es palabra quechua y quiere decir “la olla de las aguas, del mar, de los ríos, de los lagos, de la vida”. La cevichería está ubicada en un bonito barrio de Barcelona, a pocos minutos del centro de la ciudad en taxi, y abrió sus puertas a fines de agosto. El proyecto demandó una inversión de 1 millón de euros y el diseño estuvo a cargo del diseñador peruano Morandi Arcela, quien hizo magia para lograr un espacio acogedor, alegre e invitador.

Esperamos unos minutos en la puerta de Yakumanka, fuimos temprano, emocionados por probar un ceviche en tierras catalanas. De pronto sale un mesero con una enorme fuente de cáscaras de limones recién exprimidos. El perfume cítrico y fresquísimo detonó nuestros sentidos. ¿Serán para el Pisco sour o el ceviche?, comentamos.

Fuimos los primeros en ingresar. Nos recibe la barra, los bartenders alistando todo y puliendo los shakers. Luego la estación de frutos del mar, frescos, de diversas especies y tamaños, con peces de ojos brillantes. Un buen muestrario de lo que el Mediterráneo ofrece. El tema “Mediterráneo” de Joan Manuel Serrat suena en mi cabeza…

El salón comedor tiene buena luz, indispensable para una cevichería. Paredes con lemas divertidos y muy propios. La salsa brava, Che Che cole, de la Fania All Stars, es el fondo musical que complementa perfecto. Es como estar en Lima.

En la cocina el equipo liderado por César Bellido, quien dejó los fogones de Astrid & Gastón para asumir Yakumanka. Lo acompañan dos cocineros peruanos, dos de Italia, uno de Grecia, dos venezolanos, y un francés. Todos felices y con muchas ganas de aprender más sobre nuestra cocina.

Y A LA HORA DEL BITUTE…

1:00 pm y el público empieza a llegar. Pisco sours y botellas de vino adornan las mesas, Chilcanos y la infaltable chicha morada. El público asistente se divide entre españoles y peruanos residentes que añoran el sabor nacional.

La carta de vinos es pequeña y concreta, está bajo el dominio de los vinos blancos de España, cavas por supuesto, rosados y champagne. De Perú, Intipalka Sauvignon Blanc. Aunque no tienen sommelier por ahora, el personal de servicio orienta al consumidor. Los precios son estupendos. Vino por copas de 5 euros y botellas desde 17 euros, ¿cuándo tendremos estos precios en los restaurantes en Perú?, pensamos.

La carta de comida está organizada por los clásicos. Piqueos, a la plancha, sangúches, wok, y algunos platos a base de carne donde el Seco de carne me intriga ya que los españoles no gustan mucho del culantro. ¿Irá cambiando ese gusto?

Llega el ceviche con el chicharrón de calamar de ley. Al primer bocado, la sensación es de estar en casa. El camote no es tan dulce, aunque lo asolean, y los granos de choclo sufren un poco el viaje. El tiradito nikkei está buenísimo, no dejamos ni una gota de salsa y la causa cubierta de escabeche es rica e intensa. Seguimos con unos chipirones pachamanqueros a la plancha, blanditos y sabrosos, sobre una cama de granos de choclo y chimichurri. Para rematar un pescado de nombre Llampuca, según nos dijeron, de carne blanca y graso, delicioso. De atractiva presentación, frito y trozado, bañado en una salsa nikkei. Un killer.

Nos ofrecen picarones, es el plato más vendido luego del ceviche, tendremos que regresar. La felicidad y el orgullo nos inunda, ver el local lleno y rostros felices disfrutando la comida. Antes de partir, fuimos a la cocina para ver las caras de un equipo que trabaja incansable para mantener en alto el prestigio que tiene nuestra cocina. Yakumanka apenas tiene abierto algunas semanas y el éxito, si siguen así, está más que asegurado.

Yakumanka

Calle Valencia 207, cruce con Enric Granados. Barcelona, España.