Alejandro Iglesias, reconocido wine communicator, fundador de la web Vinómanos y cronista en la prestigiosa revista de vinos Decanter, escribió, hace unas semanas, un alentador artículo sobre los vinos peruanos y recomendó a sus lectores algunos de nuestros vinos puntuados por Decanter como: Intipalka – Moscatel de Alejandría, Pampas de Ica – Blanco Patrimonial, Viejo Molino –  Charzago Quebranta Rosado (Moquegua), Paz Soldán – Conde de la Conquista Rosado (Arequipa), Tabernero – Vittoria Reserva Malbec, Casa Murga – Sophia L´Orange, Intipalka – Gran Reserva N1, Tacama – Toñuz, entre otros. Lo compartimos por si no lo leyó.

Puede ser una noticia para muchos lectores de Decanter que Perú incluso tiene una escena vitivinícola, y mucho menos una rica historia de producción de vino. De hecho, es el país productor de vino más antiguo de América del Sur.

El área que rodea a Lima, la capital de Perú fue donde los conquistadores españoles inicialmente plantaron vides. Utilizando variedades de uva de las Islas Canarias, elaboraron vino por primera vez en el siglo XVI.

El historiador Carlos Buller escribe en su libro La viticultura en el Perú colonial: ‘Es probable que plantar vides fue una de las primeras cosas que hicieron los españoles a su llegada, en algún momento de la década de 1530, en diferentes lugares del territorio.’

Estos viñedos pronto se expandieron hacia el sur, principalmente a Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna. Esto condujo a una edad de oro de la producción de vino para Perú, cuando el vino peruano se vendía en toda América del Sur en los siglos XVII y XVIII.

Sin embargo, en el siglo XIX la viticultura había quedado relegada a un segundo plano. Esto se debió a los desastres naturales: terremotos, erupciones volcánicas e incluso filoxera. También hubo dificultades económicas en forma de restricciones comerciales impuestas por la corona española y la necesidad de plantar otros cultivos.

Los viñedos sobrevivientes se concentraron en producir pisco, el aguardiente de uva tradicional de Perú, así como el popular Borgoña, un vino dulce elaborado con el híbrido Isabella.

Pero los enólogos peruanos son una raza orgullosa y resistente. Hoy, luego de modernizar sus bodegas y reutilizar sus viñedos con la ayuda de consultores internacionales, están decididos a sorprender al mundo con sus vinos finos.

Ciertamente tienen mucha reputación por delante. Pero yo no apostaría contra Perú.

Vino peruano hoy

Actualmente, los enólogos peruanos están divididos entre dos caminos diferentes, que ofrecen mucho potencial. Un camino es elegir variedades europeas, en particular Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Tannat, Sauvignon Blanc y Chardonnay.

La otra es optar por las ‘patrimoniales’, o uvas patrimoniales que históricamente se han utilizado para el pisco. Estos incluyen Quebranta, Mollar, Negra Criolla (País de Chile), Torontel, Moscatel Negro del Perú, Albilla (Palomino Fino) e Italia. Algunos de estos han existido desde que comenzó la viticultura en América del Sur, mientras que otros fueron criados en el continente mismo.

‘Producir vinos a partir de uvas patrimoniales es una forma de diferenciarnos’, dice Pedro Cuenca Espinoza, sommelier y fundador de Perú Vino, una distribuidora líder de vinos peruanos. ‘Los productores han aprendido a adaptar sus vides y tiempos de cosecha para obtener uvas para vinos finos. Hoy en día, se pueden disfrutar los rosados ​​de Quebranta y los blancos de Italia [el nombre peruano del Moscatel de Alejandría], ambos muy frescos, expresivos y bien elaborados”.

Por su parte, Luis Gómez, jefe de enología de Intipalka -quien ha trabajado en La Celia y Bodegas CARO en Argentina- está convencido de que las variedades europeas ofrecen un futuro más prometedor en Perú.

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Fuente: Decanter – Alejandro Iglesias