El enólogo Gonzalo Carrasco, ex Terraza de los Andes, quien cuenta con una importante expertise se incorporó a uno de los “equipos grandes”, Rutini Wines, bodega mendocina al mando de una de las leyendas del vino argentino, Mariano Di Paola, director enológico de dicha casa, ubicada en Gualtallary, Valle de Uco. Conversamos con él sobre los pilares de esta bodega que se ha ganado la preferencia de los consumidores peruanos.
Pocas bodegas en Argentina tienen el efecto que tiene la marca Rutini para los consumidores, con solo mencionarla para una comida o un regalo, un signo de admiración aparece en los ojos y bocas de los ocasionales bebedores. Y es que marcó el norte con vinos cualitativos desde el primer día en que fue establecida por Felipe Rutini en 1885. A lo largo de las décadas siguientes, la entonces conocida como bodega La Rural creó un vínculo sólido con los consumidores, que fue ganando profundidad a fines del siglo XX cuando lanzaron algunos de los vinos que hoy son emblema como Antología y Single Vineyard.
Cuando en la década de 1990 el riego por goteo abrió las puertas de los terruños de altura y con nuevos propietarios alineados con las ideas visionarias de Felipe Rutini, se estableció la nueva y definitiva casa en Gualtallary, donde actualmente está emplazada Rutini Wines. De hecho, fue la primera en plantar viñedos en esta zona del Valle de Uco.
“Yo vengo de un grupo francés muy grande donde estuve 14 años a cargo de responsabilidades sobre la vinificación y comunicación del vino. Rutini es una bodega que tiene mucha historia, que nace con una ambición de calidad muy determinada desde sus inicios. Estamos entre los pioneros en el Valle de Uco, plantamos los primeros viñedos en 1998, y a partir de ahí se desarrolló la marca en amplitud de portafolio. Siempre ha sido elegida por los consumidores y lo sigue siendo, con una percepción de calidad muy alta. Y eso me enorgullece considerando la calidad de vinos que hay en Mendoza. La diferenciación vuelve a la forma en cómo elaboramos nuestros vinos”, dice Gonzalo.
Son sin dudas una bodega versátil. Así, elaboran líneas comerciales -como Rutini Colección, donde exploran todas las variedades importantes que hay en Argentina–, algunas ediciones limitadas y vinos únicos como los de la línea Apartado, Single Vineyard y Antología.
“La elaboración de los vinos tienen un ADN que es el de Rutini, hecho por las mismas manos y el mismo paladar, eso no cambia, es lo que da el estilo de la casa, lo que cambia es la situación de consumo del vino; eso determina el diseño del vino, de ahí vamos a buscar la uva y el estilo de elaboración. En la línea Rutini me llama la atención la diversidad de vinos que hay, es muy amplia, eso la convierte en una línea muy sólida, nutrida. Hay vinos como el Malbec o el Cabernet – Malbec que son pilares. Son una línea de vinos muy clásica, muy bien logrados, fáciles de beber. De ahí pasamos a la línea Single Vineyard y Apartado que tienen un concepto más moderno, en donde tenemos tres viñedos y de dos de ellos, que son Altamira y Gualtallary, se obtienen los Single Vineyard. Acá buscamos la variedad en su mejor momento interactuando con un terroir especifico, se trabaja mucho el conocimiento del viñedo porque es el que te va a dar la diferenciación. Se acompaña esa expresión con una vinificación más respetuosa. Se usa más madera usada; se pone más en valor la fruta y la expresión del vino con un estilo bastante joven. Destacan el Cabernet Fran, el Chardonnay y el Gran Blend de Malbec. En cuanto a Antología, es una línea muy particular, casi única, son vinos que nacen casi espontáneamente todos los años. Es una línea que te da permiso de experimentar y de arriesgarse sin presión de tener que repetir un estilo o un volumen. Cada vino tiene una historia particular, todos son distintos y de partidas limitadas. Son vinos enfocados a conocedores, cada partida es diferente. ¡Eso me parece fantástico!”, añade el enólogo.
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Redacción Sommelier