La historia de Bodega Navarro Correas se remonta hasta 1798, cuando Don Juan de Dios tuvo una visión y plantó sus primeras vides al pie de la Cordillera de los Andes. Ya en el siglo XIX, le tocó a Don Edmundo Navarro Correas, descendiente directo de la familia Correas, continuar ese sueño. La tradición continuó a lo largo de los años y es hoy a una mujer, con la misma pasión y el mismo sentimiento hacia la tierra, la elegida para continuar, no solo con la tradición de los Navarro Correas, sino la encargada de cumplir con los sueños de cientos de mujeres a las que las apasiona un mundo, que hasta hace no mucho era completamente dominado por hombres. Ella es Alejandra Riofrío, enóloga mendocina, quien se incorporó a Navarro Correas durante la vendimia 2020.
Alejandra recuerda que a los 16 años comenzó su camino en el mundo de la enología, cuando realizó su primera pasantía en una bodega cercana a su casa en Maipú. Esta experiencia despertó el espíritu inquieto y explorador que la caracteriza, y que actualmente es el motor que la impulsa a concebir cada una de sus creaciones. A partir de allí, el camino del vino se convirtió en el camino de Alejandra por donde realizó un emocionante recorrido de aprendizaje y perfeccionamiento en la elaboración de vinos clásicos, tardíos, fortificados, biodinámicos y espumantes.
Conociendo a Alejandra Riofrío
Nos cuentas cómo comienza tu historia con el vino y en especialmente con Navarro Correas. ¿Qué esperas de esta nueva etapa como enóloga a cargo de una bodega tan destacada?
Mi historia con el vino comienza a los 16 años cuando hice unas pasantías en una importante bodega en Maipú. Desde ese momento supe que quería dedicar mi vida al vino y al año siguiente comencé a cursar la Licenciatura en enología en la Facultad Don Bosco. En el 2008 comencé a trabajar en distintos sectores de la bodega y un año después, a un mes después de reincorporarme de mi licencia por maternidad, me ofrecieron hacerme cargo de Navarro Correas. Fue un día cargado de emociones ya que se estaba cumpliendo un gran sueño. Mi anhelo es acompañar el crecimiento de la bodega a nivel mundial y que sea valorada tanto por sus vinos ultra premium, como por sus espumantes.
¿Cuánto y de qué manera ha cambiado la industria del vino desde que comenzaste a trabajar con respecto a la mujer?
Recuerdo que había muy pocas mujeres en la industria recién estaban empezando a incorporarse en distintos sectores. Y comenzaban a tomar decisiones importantes. Hoy veo a toda esta generación y me llena de orgullo, en la actualidad se encuentran al mando de las bodegas, desde el área de enología, fincas, calidad, comercialización, marketing.
¿Cuál crees que sea el mejor aporte de las mujeres al mundo del vino?
Las mujeres por naturaleza somos apasionadas, minuciosas, buscamos la perfección y nos obsesionamos con lo que nos gusta y nos interesa. Yo creo que ahí está el secreto de los vinos.
A este rol de la mujer en el mundo vinícola le acompaña el aumento del consumo de vino ¿Cómo lo ves?
Hace unos años los hombres eran los mayores consumidores de vino. Con el tiempo esto ha cambiado, se han ido derrumbando estereotipos culturales y se han generado más ocasiones de consumo. El empoderamiento de la mujer ha permitido que también puedan disfrutar esta maravillosa bebida sin tabúes.
¿Cuáles crees que son los principales desafíos de la mujer como madre en el mundo del vino?
Las enólogas argentinas somos como malabaristas. Compartimos la pasión de hacer lo que más nos gusta con nuestros hijos, llevándolos a la finca o a la bodega en época de cosecha. Se nos estruja el corazón cuando durante la vendimia llegamos a casa muy tarde y están durmiendo, los fines de semana no poder estar con ellos ni llevarlos a su partido de fútbol o su presentación de danza. Y más aún cuando debemos viajar y separarnos de ellos, aunque sean pocos días. Pero como dice la canción de Gustavo Cerati: “al final hay recompensa”.
Cuéntanos que vino o espumante recomendarías a las mujeres que son mamá para celebrar su día. ¿Qué tal un Sparkling Rosé Brut para brindar por su día? Nos gusta mucho. ¿Qué dices?
Al final de cada día todas las mujeres siempre tenemos un motivo para celebrar y por supuesto para brindar. Y no hay un mejor ritual que descorchar un Navarro Correas Brut Rosé, que ustedes eligen, sino también puede ser un Extra Brut o un Dulcet.
Al descorchar un espumante se liberan buenas vibras ocultas en sus elegantes burbujas, ideal para cualquier ocasión.
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