Este año volvemos a celebrar al Malbec, la cepa emblema de Argentina, aquella que tanto nos gusta y que cada vez nos engríe más. Todos los años se propone un concepto para la celebración en todo el mundo, y esta vez lo hacemos bajo el concepto Malbec Argentino, ¡Me Gusta!
El contexto global generado a partir del avance del COVID-19 exige actuar de manera responsable, evitando momentáneamente las reuniones, los abrazos y los saludos. Eso no impedirá que 124 países de todo el mundo levanten sus copas desde casa, con la esperanza de que nos abrazaremos pronto, para brindar por todos esos momentos compartidos alrededor de un Malbec. Hoy el Malbec nos ofrece la excusa perfecta para seguir compartiendo sin movernos de casa.
Rico, audaz, dulce, cálido, sedoso, elegante, frutado, mineral, bebible. Son todos los rostros posibles de un Malbec que en las últimas dos décadas se ha dedicado a conquistar paladares en el mundo entero, y en especial el del peruano. Por eso les traemos algunos datos interesantes que nos ayudarán a comprender mejor esta variedad y su historia, digna de un documental de Netflix.
¿Cuál es el origen del Malbec y cómo llegó a la Argentina?
El Malbec es oriundo de Cahors, dominio de Aquitania, Francia, donde en el siglo XII Leonor de Aquitania fue una personalidad clave. Primera heroína del Malbec, en 1152 contrajo matrimonio con Enrique II de Inglaterra y así se coronó reina de uno de los territorios más extensos de Europa. Desde aquel lugar de poder, se ocupó de promover los vinos del sudoeste de Francia hasta convertir al Malbec en el vino favorito de la nobleza a ambas márgenes del canal de la Mancha.
Ya en el siglo XIX, comenzaría el capítulo argentino de esta novela. Antes la plaga de filoxera destruiría la viticultura francesa, por lo que el “Côt” (seguro que no sabías que así se llamaba a esta cepa) o Malbec cayó en el olvido. Así, tras esta crisis, llegó a la Argentina en 1853 de la mano del francés Michel Aimé Pouget, un agrónomo contratado para llevar adelante la mejorara de la industria vitivinícola nacional con el cultivo de cepas francesas. Para muchos, este es el capítulo más conocido de la historia del Malbec.
A fines del siglo XIX y de la mano de los inmigrantes italianos y franceses, la vitivinicultura creció exponencialmente y con ella el Malbec, que se adaptó rápidamente a los diversos terruños de la geografía argentina, desarrollándose, incluso, mejor que en su región de origen. De esta forma, con el tiempo y con mucho trabajo, se perfiló como uva insignia de nuestro país.
Actualmente el Malbec es sinónimo indiscutido de Argentina. Se trata de un caso emblemático en el que un país logra la asociación directa con un varietal, lo rescata del olvido y marca un paradigma en el panorama global del vino. Fue gracias al impulso de la industria vitivinícola argentina que el Malbec reveló su auténtico potencial: su versatilidad, elegancia y opulencia, convirtiéndose en el centro de las más audaces innovaciones durante los últimos veinte años.
¿Por qué el Día Mundial del Malbec se celebra el 17 de abril?
El 17 de abril de 1853, con el apoyo del gobernador de Mendoza, Pedro Pascual Segura, se presentó el proyecto ante la Legislatura Provincial con vistas a fundar una Quinta Normal y una Escuela de Agricultura. Este proyecto fue aprobado con fuerza de Ley por la Cámara de Representantes, el 6 de septiembre del mismo año. En honor a esta iniciativa se decide elegir este día para homenajear a la cepa.
Ya ven, aprendimos un poco más de esta cepa que no se cansa de sorprendernos. Su versatilidad es lo que más nos llama la atención. Hoy, ya no es suficiente hablar del Malbec de Mendoza, sino del Malbec de Valle de Uco ubicado en Mendoza, específicamente de la zona de Tunuyan o San Carlos. Esa especificidad habla de lugares, de expresiones distintas de una misma variedad. Por ese camino va la viticultura argentina, y van a paso firme, trabajando para que su cepa emblema sea cada vez más conocida y valorada.