Cuando se trata de vinos blancos, el Chardonnay y el Sauvignon Blanc son por lejos los más preferidos. Pero ¿hay algo que realmente diferencie a estos dos cepajes? Pues claro. Aunque preferimos partir por sus similitudes especialmente en este mes que celebramos el día internacional de ambas variedades. Ambas provienen de Francia: el Chardonnay de la zona de la Borgoña y el Sauvignon Blanc de Burdeos y el Loire. Además, se caracterizan por ser de las variedades de uva que maduran más pronto y que dan origen a vinos blancos secos. Pero más allá de esto, en el paladar son completamente diferentes.
Sabor y cuerpo: Chardonnay y Sauvignon Blanc
En general, los Chardonnay tienen un cuerpo mediano o robusto con sabores primarios a frutas tropicales, cítricos, como también a manzana, pera, piña, durazno y melón. Por su riqueza, esta variedad suele fermentarse o guardarse en barricas de madera, en los cuales adquiere un cuerpo robusto y desarrolla aromas que recuerdan a la mantequilla, crema, miel y avellanas. Pero también es posible encontrar Chardonnay que se producen complemente en tanques de acero inoxidable, los cuales son más livianos, cítricos y crujientes en el paladar. Entonces, cuando hablamos de Chardonnay, estos son los dos estilos que predominan: con o sin madera, y dependiendo de ello obtendremos uno u otro carácter.
El Sauvignon Blanc, en tanto, es un vino de cuerpo mucho más liviano que el Chardonnay, que se caracteriza por su sabor crujiente (mayor acidez) y aromas intensos. Estos suelen ir desde cítricos hasta sus distintivas notas “verdes” y florales, que dependerán del clima en donde crezca la uva. En climas fríos, el Sauvignon Blanc tiende a producir uvas de gran acidez con aromas verdes que recuerdan al ají, pimiento verde y flores, mientras que en climas más cálidos sus aromas son a frutas tropicales como el maracuyá y a frutas con cuesco como el durazno. En casos excepcionales, también se guarda en madera lo cual le puede aportar notas tostadas al vino y más untuosidad en el paladar ¿Lo has probado?
En los Sauvignon Blanc del Nuevo Mundo, como Nueva Zelanda o Chile, es muy común la fermentación en frío y guarda en tanques de acero inoxidable, los cuales se caracterizan por su vibrante acidez e intensos aromas.
Cómo servirlos y maridarlos
La mejor manera de disfrutarlos es sirviéndolos a una temperatura ideal de entre 10 y 12 grados C. Cuando el vino tiene guarda en tanques de acero, es mejor servirlo más frio todavía para resaltar sus cualidades refrescantes. Para esto, te recomendamos poner la botella en el refrigerador al menos una hora antes.
En el caso del Chardonnay con guarda en madera, puede maridar bien con sabores más fuertes como ahumados, picantes o salteados al ajo. También con platos cremosos con pollo o mariscos. Mientras que cuando hablamos de un Chardonnay sin madera, platos más livianos a base pastas, tomate o carnes blancas, pescados y paellas andan muy bien.
Para el Sauvignon Blanc, los quesos de cabra o ricota son un imperdible. Pero platos frescos con hierbas como la comida tailandesa, del Medio Oriente (falafels o tabullehs) o clásicos mediterráneos con un pescado al horno con tomate y aceite de oliva, son fusiones perfectas.