Mendocina de nacimiento, estudió enología y bromatóloga, es madre de dos hijos y es enóloga principal de Bodega Séptima desde el 2003. Se encuentra entre las mujeres más destacadas de la actual escena vitivinícola argentina, y, a propósito del Día del enólogo argentino, conversamos con ella sobre cómo ha sido ir abriéndose camino en este apasionante mundo.
Paula Borgo nació en Mendoza y siempre supo que su alma había echado raíces en su tierra. Después de muchos viajes de aprendizaje, hoy vive en Chacras de Coria con su marido y sus dos hijos, Mara y Borja. Motivada por su amor por el vino, que respiró desde niña cerca de su padre, -ingeniero agrónomo-, Paula se recibió de enóloga en la Universidad Nacional de Cuyo y trabajó haciendo vino en bodegas de prestigio mundial en Estados Unidos y España. En 2003, comenzó a trabajar como enóloga en Bodega Séptima y en paralelo vinificaba en Bodega Raimat (España), propiedad del grupo Codorniu.
Cómo encargada de enología de una de las bodegas más importantes de Argentina, Paula reflexiona sobre el Día del Enólogo en su país. Sobre su camino, su presente y sus retos.
¿Qué significa para ti ser enóloga?
Ser enóloga para mí es ser un artista que su obra está reflejada dentro de una botella. Embotellamos paisajes, color, la fuerza de un lugar con su cultura, paletas aromáticas.
Cuéntanos por qué quisiste especializarte en el vino, ¿qué te llevó a emprender este camino?
Mi relación con el vino comenzó desde chica, mi abuelo con su viña, mi padre Ingeniero Agrónomo, investigador incansable en fisiología de la vid. Recuerdo siempre sus explicaciones y gráficos del funcionamiento de las estomas (órgano de respiración de la hoja), del vino con soda.
Creo que todo eso despertó en mí una verdadera pasión por el vino. En un principio fue como consumidora -recuerdo muchos momentos de felicidad brindando con una copa de vino-, y luego la pasión se transformó en obsesión, lo que me llevo a estudiar, perfeccionarme y trabajar en el sector.
“Detrás de una botella de vino siempre se verán las ganas, el esfuerzo y la energía de quienes lo hacemos y también delante de la botella, se ven momentos de felicidad, de festejo, de unión, de familia. Una botella de vino abierta habla de vida”.
¿Cuál es tu historia como enóloga, cómo fueron tus inicios y como es tu presente en Séptima?
Mi primer encuentro con una vendimia fue en el año 2001 como analista de laboratorio temporal en Bodega Doña Paula, bodega en donde realicé dos temporadas. Tuve la suerte de poder viajar y participar de vendimias en Napa Valley, Castilla La Mancha en España, conocer zonas vitivinícolas como la zona de Barolo en Italia, Australia, Sudáfrica. El estudio también fue parte de este recorrido, obtuve un Major en Management Vitivinícola y un MBA en dirección de proyectos.
Hacen 17 años que formo parte de Bodega Séptima, hoy mi casa. Fui segunda enóloga y desde el año 2010 asumí como directora de Bodega.
¿Cómo definirías tu estilo de trabajo y el de tus vinos?
Los pilares fundamentales, y que son la base sobre la que busco formar diariamente a mi equipo de trabajo, son el respeto, el compromiso y la transparencia, para con los compañeros de trabajo, los clientes y la empresa. El trabajo en equipo y la sinergia entre las áreas son fundamentales para lograr la excelencia en los procesos y los productos. Mis vinos tienen un estilo particular, me gustan los vinos estructurados y con cuerpo en boca, busco elegancia, transparencia y consistencia en el tiempo.
Cuéntanos como es tu día a día, como madre y enóloga
Trato de alcanzar un equilibrio entre trabajo, vida familiar y deporte. La época de vendimia es el momento más difícil para lograrlo, porque el trabajo se lleva el 80% del tiempo, pero bueno duermo menos! Jeje.
¿Cómo es dirigir la enología de una bodega importante desde el punto de vista de una mujer?
En mi equipo busco empoderar a cada colaborador en la toma de decisiones y en la gestión. Busco perfiles diversos para lograr creatividad e innovación. Mi equipo sabe que la crítica “constructiva” es el puntapié para la mejora continua.
¿Qué consejo les darías a todas esas mujeres que quieren ser enólogas?
Les aconsejaría que aprovechen al máximo la posibilidad que nos da esta carrera de viajar y participar de elaboraciones en distintas zonas vitivinícolas del mundo. Conocer cómo se desarrollan las distintas variedades de uvas en distintos terroirs, formas de vinificar, etc etc.