En una acogedora noche en uno de los salones del Perroquet del Country Club Lima hotel, se llevó a cabo la cena maridaje “La Noche Rosa”. La temporada es precisa y el mundo no deja de hablar de ellos: son los vinos rosados. Siempre fueron una alternativa, pero no llevaban las de ganar en la mesa. Pero el mundo del vino está marcado por tendencias y ahora están de moda, y ellas hablan por sí mismas. “Francia, Estados Unidos e Inglaterra, en ese orden, encabezan la tendencia en consumo, pero son los grandes centros cosmopolitas de Nueva York, Miami, Londres y San Francisco, los que reinterpretaron al entonces desdeñado rosado para darle un lugar de privilegio sobre las tablas, quitándole contracturas a su consumo, y haciéndole un espacio en donde antes no lo tenía”. (“Color Rosa”, revista Sommelier, Mariano Braga). En Perú no somos ajenos a dicha tendencia y también disfrutamos de las bondades del vino rosado. Por eso surfeamos #laolarosa, que ya es tendencia en redes.
Pocos vinos resultan tan flexibles en la mesa como los rosados; acompañan preparaciones plurales, tan sencillas como complejas. Pescados, arroces, carnes, postres. Y si se trata de burbujas, sobre todo de los rincones de Francia como Tavel, Bandol y Provence, su textura eleva su complejidad, planteando un desafío del que casi siempre salen airosos.
Y así fue en “La Noche Rosa”, los maridajes preparados por el equipo de cocina del Country Club Lima hotel y Soledad Marroquín, nos arrancaron más de un suspiro. Fue un menú de 5 tiempos. Nos quedamos con tres, sin dejar pasar el refrescante Juvé&Camps Brut Rosé, que nos acogió y abrió paso al variado menú.
El primer paso estuvo compuesto por un Tiradito de salmón con pimienta rosada y eneldo sobre una cama de palta. No puedo dejar de mencionar que el salmón es un de mis pescados favoritos, y que el vino que lo acompañó, en este caso el Familia Gascón Rosé, un Malbec color rosado salmón, -del color que me gustan-, con aromas a frutos rojos como ciruelas, cerezas frescas, fue uno de los maridajes por los que volvería a repetir la noche. Un vino ligeramente dulce en boca, con una tensa acidez, que lo convierten en un Malbec muy expresivo. Qué duda cabe que la acidez, en su punto, de la salsa que acompañó al Tiradito, equilibró el empate. Sin el toque de la pimienta rosada, este maridaje no hubiera sido el mismo. Lo levantó y nos llevó justo a donde queríamos llegar. Al sentir máximo del placer.
El segundo tiempo llegó con un Ceviche de atún con sandía, aceite de oliva y culantro. Un platillo fresco, con una acidez equilibrada, que desprendían de un atún justo en su punto, acompañado de un pequeño pedazo de sandía que hizo, literalmente, el maridaje. Lo acompañó un Juvé&Camps Aurora D´Espiells. Un blend (Pinot Noir, Xarel·lo y Syrah), servido en una hermosa botella, que portaba un vino color rosa tenue y elegante, con aromas a frutos negros, con un ligero fondo floral, intenso y fresco a la vez, de final largo. ¡Maravilloso!
El cuarto tiempo fue el último de mis preferidos. Un Cuadril a la parrilla con majado de papa trufada. Un platillo donde los acompañantes, -la papa y la sal de Maras-, fueron los protagonistas, tras aportar sabores claves que realzaron el empate, llegando a su máxima expresión en boca junto con el Prado Rey Rosado 2016. 50% Tempranillo y 50% Merlot. Un vino muy elegante, donde destaca su intenso color a rosa frambuesa, muy aromático (frutas rojas), con un fondo medio avainillado (paso por barrica de roble francés), de largo final.
Y así, entre aromas, buena compañía y brindis, se acabó la noche rosa. Una que saboreamos y esperamos se repita para seguirle los pasos al nuevo “paladín de la mesa”, el vino rosado.
El segundo tiempo llegó con un Ceviche de atún con sandía, aceite de oliva y culantro. Un platillo fresco, con una acidez equilibrada, que desprendían de un atún justo en su punto, acompañado de un pequeño pedazo de sandía que hizo, literalmente, el maridaje. Lo acompañó un Juvé&Camps Aurora D´Espiells. Un blend (Pinot Noir, Xarel·lo y Syrah), servido en una hermosa botella, que portaba un vino color rosa tenue y elegante, con aromas a frutos negros, con un ligero fondo floral, intenso y fresco a la vez, de final largo. ¡Maravilloso!
El cuarto tiempo fue el último de mis preferidos. Un Cuadril a la parrilla con majado de papa trufada. Un platillo donde los acompañantes, -la papa y la sal de Maras-, fueron los protagonistas, tras aportar sabores claves que realzaron el empate, llegando a su máxima expresión en boca junto con el Prado Rey Rosado 2016. 50% Tempranillo y 50% Merlot. Un vino muy elegante, donde destaca su intenso color a rosa frambuesa, muy aromático (frutas rojas), con un fondo medio avainillado (paso por barrica de roble francés), de largo final.
Y así, entre aromas, buena compañía y brindis, se acabó la noche rosa. Una que saboreamos y esperamos se repita para seguirle los pasos al nuevo “paladín de la mesa”, el vino rosado.
Por Margite Torres P.