VINO

Intipalka apuesta por los vinos patrimoniales

Foto: Jim Cueva

En los últimos años hemos venido experimentando el ingreso al mercado limeño de vinos procedentes de regiones de las que poco se conocía, como Tacna, Moquegua y Arequipa. Éstas apostaron por elaborar vinos de “variedades patrimoniales”, que según el ingeniero Karl Mendoza, experto en el tema, se clasifican en dos grupos: las uvas tradicionales, a las que pertenecen la Negra Criolla, Moscatel de Alejandría (o Italia), la Mollar, la Albilla, y las uvas criollas, en las que se encuentran nuestras peruanísimas Quebranta y Torontel. Si bien, en la actualidad, estas uvas se le atribuyen al mundo del pisco, en un inicio, fueron usadas para elaborar vinos y su cultivo ocupaba diferentes zonas de la franja costera sur del Perú.

Estos “vinos patrimoniales”, llamados así porque son parte de nuestro patrimonio vitivinícola, son una nueva apuesta de la industria del vino en el Perú. Los consumidores ya están reparando en el atractivo de estos vinos autóctonos, concebidos bajo la visión de volver al origen, a lo auténtico. Están dando qué hablar y bodegas como Intipalka, de Viñas Queirolo, ha decidido apostar también por esta tendencia, pronto las lanzará oficialmente al mercado local. Por ese motivo conversamos con Luis Gómez, enólogo de la prestigiosa bodega iqueña y esto fue lo que nos dijo.

Los vinos elaborados con uvas patrimoniales son una tendencia mundial, ¿cómo observas el panorama peruano en ese contexto?

Tal como indicas hay una tendencia mundial en la recuperación de variedades patrimoniales que son parte de la tradición vitivinícola local, que tienen un arraigo, historia y cultura de la zona donde se cultivan. Desde hace unos años se están empezando a producir vinos de estas uvas patrimoniales, pero aún estamos dando los primeros pasos, entendiendo las diferentes zonas de cultivo, el clima, la vinificación, la tecnología necesaria para obtener los mejores vinos posibles, es decir, estamos identificando cada uno de los aspectos que componen el terroir para elaborar vinos de alta calidad con estas variedades.

Perú tiene una riqueza en las ocho variedades oficiales con las que se elabora pisco, ¿todas ellas son aptas para elaborar vino?

Si, todas estas variedades son aptas, sin embargo, en una opinión muy personal hay variedades como la Uvina y la Albilla no sé si se puedan incorporar a una elección a la hora de compra de un vino.

¿Qué diferencia en el tratamiento desde el viñedo/cultivo, cosecha y elaboración se necesitan?

Lo fundamental es programar el viñedo para el destino donde que se quiera usar estas uvas. Como son doble propósito (vino o pisco), se puede cometer el error de no hacer producciones separadas desde el viñedo.

Principalmente en la producción de vinos, debe tener menores rendimientos, menor exposición solar y cosechar de manera anticipada con respecto a las uvas destinadas a destilación de pisco. Al anticipar la cosecha mantenemos la acidez, frescura y menor grado alcohólico, produciendo vinos más equilibrados. En bodega es fundamental tecnologías mínimas que aseguren bajas temperaturas y gran control microbiológico para tener productos perfectos que tengan un buen añejamiento en botellas.

Viñas Queirolo cuenta con siete u ocho variedades patrimoniales y criollas, ¿con cuáles se logran vinos que puedan responder mejor a nivel del consumo interno como en el mercado internacional?

Actualmente se está trabajando con 4 variedades para la producción de este tipo de vinos, Quebranta, Torontel, Negra Criolla y Moscatel de Alejandría (o Italia). Se seleccionaron estas variedades ya que entendemos que tienen un perfil gastronómico muy interesante y pueden acompañar a la perfección los exquisitos platos peruanos.

Se sabe que por las diversas mutaciones al parecer existirían otras variedades mezcladas en los viñedos, ¿se da en el caso de Viñas Queirolo?

Claramente en un área de cultivo tan extenso como Viñas Queirolo puede pasar, pero los tiempos en la naturaleza pueden ser muy amplios para estos sucesos y una vez que esto ocurre se debe pasar por una identificación genética y por último evaluar su potencial enológico. De a poco se van identificando nuevas variedades en fundos peruanos, así que quizás en algún momento encontremos una nueva variedad en nuestros viñedos.

 

 

Redacción Sommelier

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