1. LOS MERCADOS
La diversidad fresca es interminable. Además, tiene una zona de comida preparada que permite sentarse a disfrutar de un buen plato casero. Fuimos a dos: el Or Tor Kor Market, según dicen expertos uno de los cinco más impresionantes del mundo, donde predomina lo comestible fresco y los puestos de calle, y que además tiene al lado una tienda orgánica con buenos productos y café; y al Chatuchak Market, donde van a encontrar desde langostinos azules en bolsa para peceras hasta, las más divinas tazas de café y té. ¡Ojo! La entrada: este último es inmenso y los sábados se llena de gente, es cuando todas las tiendas abren. Están a pocas cuadras uno del otro.
2. GRAN PALACIO DE BANGKOK
El complejo de edificios es impactante y se encuentra al este del río Chao Phraya. Los básicos son el templo Wat Phra Kaew donde se encuentra el buda Esmeralda, y el Chakri Mahaprasad Hall de estilo renacentista italiano.
3. LOS TEMPLOS
Son varios, pueden demorarse días recorriéndolos con calma. Visitamos el Wat Pho o Templo del Buda Reclinado y el Wat Arum o Templo del Amanecer, donde coincidimos al atardecer con uno de los rituales religiosos y los cánticos de los monjes. Es entonces, cuando en silencio y apoyados en el malecón que da al río Chao Phraya, se siente la paz de una ciudad tan cambiante como Bangkok.
4. GAGGAN
El chef Gaggan Anand (eatatgaggan.com), primero de Asia (por cuatro años seguidos) y sétimo en la lista mundial de los 50 Best, es Bangkok: intenso, activo, delicado y obsesivo en su quehacer, respetuoso y tierno en su tradición, pero también inquieto por innovar. Su restaurante, Gaggan, es una experiencia lúdica de sabores y recuerdos de su tierra natal, Calcuta, que se entreveran de manera armoniosa con impecable técnica e insumos locales. Si tienen la suerte de encontrar una reserva, háganla, que ya avisó que cierra en 2020 para abrir un nuevo espacio en Japón.
5. EL BARRIO CHINO
Imposible dejar de recorrer sus pequeñas callejuelas, sus tiendas atiborradas de curiosidades, sus puestos que venden frutas carnosas y listas para comer. Limones dulces gigantes, papayas, lychee, mangostinos, se confunden con vendedoras de bocaditos chinos recién hechos y dorados insectos listos para clavarles el diente. En un momento del final del día, nos acomodamos en uno sencillo comedor que vendía una sabrosa tortilla de ostras: crocante, fresca, perfecta.
6. ATARDECER EN LA TERRAZA DEL SHANGRI-LA
Este es un gustazo que se pueden dar antes de la cena. Ingresen al hotel (www.shangri-la.com) y acomódense en una de las terrazas con vista al río para recibir la brisa fresca y el atardecer. Una cerveza helada es la mejor compañía.
7. COMER EN GAA
Probablemente esta haya sido una de las cenas más memorables de nuestro 2017. Regentado por Garima Arora, ex sous chef de Gaggan, Gaa (www.gaabkk.com) es un continuo desfile de sorpresas y exquisitos platillos que combinan a la perfección las raíces de la chef (Mumbai, India), la escuela francesa donde estudió y el encanto de Tailandia que la enamoró.
8. LOS CENTROS COMERCIALES
Esto otro de los puntos fuertes de Bangkok. Sus estructuras son enormes y bastante contemporáneas, además algunos albergan las tiendas más exclusivas. El MBK tiene más de dos mil tiendas y el Central Embassy (www.centralembassy.com), además de tener un patio de comidas, tiene tiendas de diseño de artistas locales bastante interesantes. Además, hay un Eathai, supermercado dedicado a la venta de insumos locales para llevar. Ahí consiguen de todo para meterse en la maleta.
9. COCINA TRADICIONAL
Para conocer más de la cocina tailandesa y comerse un pad thai de campeonato, visiten a doña Orathai Muangkaew, conocida como la tía Panud. Ella y su sobrina Bic, tienen el Khua King Pak Sod, un aleccionador restaurante que propone cocina del sur de Tailandia.
10. LA COCINA DE LA CALLE
En todos los alrededores de los edificios principales y mercados hay puestos de cocina de la calle donde los locales almuerzan y cenan normalmente. Esta es una práctica bastante extendida que llena la ciudad de aromas de pollo frito, pad thai, currys y otros varios.
Por Paola Miglio